Tuesday, September 18, 2018

Traigan las urnas




Y se abrirá todo el cielo
No será un día normal
Después de todo, todo llega
Siempre de algún modo
Las profecías se dan.
Apocalipsis de abajo
Un maremoto de amor
Fiesta en la calle
Un orgasmo que nunca se acabe
Día de resurrección
- Fito Páez


La sucesión de eventos desde la reforma previsional hablan del fin del macrismo: cacerolazos, puteadas en las canchas, devaluación, recesión, caos en el gabinete, corrida cambiaria, FMI. El modelo económico está agotado, y Lagarde garantiza una salida ordenada de los fondos privados. Lo que quede, será problema de quienes queden.

Pero no hay 2001. Basta con eso. Este gobierno no puede, y sobre todo NO DEBE terminar con un helicóptero, ni con muertes en la plaza, ni con estado de sitio, ni con una asamblea parlamentaria, ni con un "gobierno de transición" que siga ejecutando el programa del FMI. Rechazamos la continuidad del ajuste por otros medios.

La única salida posible, la única salida necesaria, la única solución a la debacle nacional, es la llegada de un gobierno nacional-popular a la Casa Rosada mediante elecciones libres. Elecciones libres, las que Bonadío, Magnetto y Macri nos quieren arrebatar proscribiendo a Cristina.

El pueblo, en las urnas, debe votar un cambio de rumbo económico, social y político; debe votar en contra del FMI, para que podamos sacárnoslo de encima; en contra de bancos y oligarcas, para utilizar la renta financiera y la renta agraria para el desarrollo nacional; debe votar a favor del conflicto político, para poder reorganizar sus vidas. El clamor kirchnerista no debe ser "andate Macri", sino "traigan las urnas", porque votos no sé si sobran pero seguro que alcanzan para dar la pelea.


El fin del macrismo

Esta última etapa del ajuste que estamos viviendo es casi imposible. Despidos en todos los sectores, tarifas impagables, inflación galopante, salarios y jubilaciones que se deprecian aceleradamente. Las cuentas no le cierran a (casi) nadie, muchas familias caen, estiramos los manguitos que tenemos pero no alcanza, hay hambre. 

Frente a esto, los sectores más politizados y opositores de la población, a quienes les duele el sufrimiento propio, y sobre todo el ajeno, se embroncan, se enojan, se frustran: "¿cuánto más se puede bancar esto?" "Se tiene que terminar ya, no damos más". Esa desesperación es lógica, es razonable, es hasta necesaria. Yo también la siento, toda la militancia política la siente. Pero no hay salidas fáciles, ni atajos, ni soluciones mágicas para revertir este quilombo. Sólo las urnas.

No hay 2001, porque la diferencia entre Macri y De la Rúa es Cristina. Son los 12 años de kirchnerismo que dejaron una pesada herencia de derechos adquiridos, programas sociales, indices de empleo y salarios sólidos, conciencia política y movilización. No hay crisis de representación política porque hay una representación política que no se cae ni se dobla ni se erosiona, la de Cristina. A favor y en contra, la figura de Cristina ordena la política nacional. Lo dice de forma más elocuente el comunicado de concejales de Unidad Ciudadana de la Provincia de Buenos Aires:
Las cartas están echadas. Sin Cristina no hay democracia. Sin Cristina no hay justicia social. Sin Cristina hay hambre, desocupación, crisis. En el horizonte nacional, dos fechas se bifurcan: con Cristina, hay 2019; sin Cristina, hay 2001.
¿Existe una posibilidad de un final anticipado del gobierno de Macri? ¿Existe una posibilidad de un "gobierno de transición" acordado entre Vidal, Pichetto, Larreta, Duhalde y Lavagna? Sin dudas. Nadie puede garantizar que el macrismo llegue a las elecciones de octubre del 19. La inviabilidad financiera y la inviabilidad social del programa del Fondo Monetario pone al gobierno al borde del abismo permanente, entre corridas cambiarias y estallidos sociales.

Ahora bien, ese no es nuestro tema. No es nuestro juego. Si el gobierno se sostiene o se cae, depende del gobierno y de sus políticas. ¿Estaremos en la calle junto al pueblo? Siempre, pero acompañando, no somos vanguardia iluminada. Unidad Ciudadana es una fuerza política democrática, que busca acceder al poder desde las urnas, y sabe que sólo con el voto popular se puede revertir esta locura. Porque, posta, no hay otra manera. Así que repitamos como mantra, que traigan las urnas.


Agonismo y antagonismo

Allá por su segundo mandato, CFK insistía en numerosas ocasiones agregar el adjetivo "democrático" a la enumeración: proyecto nacional, popular Y DEMOCRÁTICO. Insistía Cristina en una relectura de los 70s, una valorización de la primavera alfonsinista, pero sobre todo remarcaba la enorme libertad con la que se vivió durante el kirchnerismo. El discurso del 9 de diciembre de 2015 reclamó al gobierno por venir que preservara las libertades civiles; en abril de 2016 en Comodoro Py puso el énfasis en construir un frente ciudadano cuyo valor central fuera la libertad; en la campaña 2017 denunció una emergencia democrática producto de un gobierno que se alzaba con la suma del poder público y privado. Libertad y democracia como ejes.

Si se permite una digresión filosófica, Unidad Ciudadana practica lo que Chantal Mouffe denomina una política agonista. Definido por ella misma:
En una política agonista, la dimensión antagónica está siempre presente, ya que lo que está en juego es una lucha entre proyectos hegemónicos opuestos que nunca pueden ser reconciliados de manera racional, y en la cual uno de ellos necesariamente debe ser derrotado. Se trata de una confrontación real, pero que se desarrolla bajo condiciones reguladas por una serie de procedimientos democráticos aceptados por los adversarios.
Para la teoría populista, el antagonismo (es decir el conflicto) es el factor fundante de la política. Toda identidad implica una exclusión, todo "nosotres" tiene un "elles", hay amigues y hay enemigues. La estrategia política consiste en construir un nosotres potente, que vincule distintas luchas y demandas sociales, contra un "otro" que está por fuera de la sociedad y atenta contra ella. Por ejemplo: patria o buitres, democracia o corporaciones, , Braden o Perón, la gente vs. los corruptos (funciona al revés también), etc.

Una política agonista reconoce los antagonismos, pero propone dirimirlos en el marco de la democracia, de ciertas reglas comunes de reconocimiento entre adversaries. No niega el conflicto, pero cree que se puede luchar sin ir a la guerra. Entonces, no era expropiar Clarín, sino aplicarle la Ley de Medios. No era desconocer a los fondos buitres, sino pagarles lo que se le había pagado al resto. Democratizar la justicia, democratizar la palabra, democratizar la economía. Eso cuando fuimos gobierno.

El problema fundamental con que se encuentra hoy Unidad Ciudadana, en la oposición, es la descomunal persecución política. ¿Cómo sostener una práctica republicana si las reglas no son iguales para todes? ¿Cómo hacer política dentro de las instituciones si me amenazan con excluírme de ellas? ¿Cómo puedo jugar el juego de la democracia si me quieren encanar? Este es el desafío que enfrentamos. Como debatimos con @unterrikola, nosotres queremos hacer agonismo, pero de la vereda de enfrente nos antagonizan, nos quieren destruir.

Se acerca un 2019 donde no habrá reglas de juego justas para Cristina. Ya Bonadío pidió desafuero y detención, y falta UN AÑO para las elecciones. Lo que se viene lo sabemos: se la intentará humillar, proscribir, encarcelar; se harán cadenas nacionales para denigrarla e insultarla; los servicios de inteligencia la hostigarán; se impondrán todo tipo de recursos judiciales y mediáticos para impedir su candidatura. Ante esto, la alternativa no es renunciar al juego electoral, no es patear el tablero ni pudrirla toda. No. Debemos insistir con la democracia, exigir elecciones libres y justas, demandar la restauración del Estado de derecho. Con templanza, con movilización, con determinación. Pero en paz.

Este enorme desafío es también una enorme oportunidad. Si las reglas del juego han sido pervertidas y corrompidas, tenemos todo el derecho de modificarlas si ganamos. Si este poder judicial ya no imparte justicia, habrá que darlo vuelta; si estas leyes y esta Constitución no garantizan la democracia, habrá que reescribirlas. Con mucha calle, con muchos votos atrás, con mucha política. Refundar la patria, como dice el contudente documento de La Cámpora. Pero dentro de la democracia todo, fuera de la democracia nada. Mas bien,  de lo que se trata es de refundar la democracia, así que traigan las urnas.


La Cristina que viene

Se habló mucho durante el 2018 de la estrategia del "silencio" de Cristina, que tampoco fue tal. Sí se puede decir que ante el derrumbe económico del macrismo, crecía la idea de Cristina como alternativa. Por eso se acelera la persecución, y te fuerzan a salir a la cancha, votar allanamientos, mostrar como te revientan la pared de tu casa y se roban un pato de vidrio.

Cristina es el único punto posible de acumulación popular. Es el único nombre que puede articular todas las luchas democráticas, todas las demandas populares de la época. No hay garantía, más vale, pero es la única posibilidad. Por eso necesitamos una gran movilización en defensa de Cristina, que se hará cuando la conducción o cuando el pueblo lo decida. Por eso también necesitamos pequeñas manifestaciones, cotidianas, barriales, en la oficina, en la fábrica, en el bondi, en una pared. Hacelas, hagámoslas, es ahora.

Una vuelta de tuerca igual: el desafío no es hacer una defensa cerrada de CFK, sino una defensa abierta. No reivindicar exclusivamente el pasado (la década ganada, los satélites y todo eso), sino hacer nuestros mayores esfuerzos por tender puentes hacia el futuro. Cristina no debe ser lo que fue, sino lo que viene. El feminismo popular, la democracia activa y participativa, el derecho universal a los servicios básicos, el ambientalismo, la organización contra las nuevas formas de precarización laboral, por nombrar algunas. Que Cristina sea todo eso, y más.

La victoria política que necesitamos para terminar con este modelo neoliberal no es un estallido de bronca, un enojo canalizado, un descontento movilizado. No alcanza con que se caiga el macrismo, tiene que ser derrotado por un proyecto afirmativo. La victoria popular que viene será como el Día de Los Grones de Fito Paez: un fuego, un pantallazo, un rayo luz, una tormenta, una música infinita. Un apocalipsis de abajo, un maremoto de amor; no de rabia, de amor. Un maremoto peronista y de Cristina; que arrastre voluntades heterogéneas, pero cuyo fundamento sea una potencia refundadora y transformadora. No algo que vuelva del pasado, sino que llegue con fuerza, que triunfe y se apreste a dar vuelta la patria. Así que traigan las urnas, que estamos viniendo.