Thursday, June 1, 2017

Es por abajo




De regreso a Octubre
(Desde Octubre)
Sin un estandarte de mi parte...


Compañeros y compañeras, ha llegado el momento que veníamos esperando desde noviembre de 2015. Llegan las elecciones. Sabemos que todxs están haciéndose los rulos. Que la candidatura de CFK (¿será o no será?), que la situación del peronismo bonaerense, que unidad o PASO, que estx se juntó con estx otrx, que aquel/aquella declaró que nosequé, y que al final se pasaría al bando de enfrente. Detrás de todo, claro, los importantes debates al respecto de cuál es la mejor estrategia para derrotar a Macri en octubre y empezar a volver. Todo eso es muy importante, pero como nos dijo la compañera hace unos días, no nos enrosquemos.

Para ganarle a Cambiemos en octubre no alcanza con la unidad, no alcanza con CFK de candidata, ni con Palazzo al frente de la CGT, ni Barcesat en la Corte Suprema. Nada de eso alcanza. La clave no está en las candidaturas ni en las superestructuras. No es por arriba que vendrán las soluciones. Es por abajo, como el subte, como Palacio. La llave para derrotar al gobierno de los ricos está en la campaña del pueblo, la campaña de la gente, esa que descubrimos demasiado tarde, en el balotaje, a fines de 2015. Esta vez, si nos avivamos, podemos arrancar con tiempo. Vamos.


Aquel balotaje

El 25 de octubre de 2015, Mauricio Macri dio el “batacazo” electoral. Acortando la distancia con Scioli a apenas tres puntos (34 a 37) y con Vidal arrebatándole la Provincia de Buenos Aires al peronismo. Ese día la sociedad (y sobretodo el kirchnerismo) se avivó que sí, que Mauricio Macri podría llegar al sillón de Rivadavia. Mauricio Macri. Algo que parecía ridículo años ha, se volvía una posibilidad concreta. Más aún, se tornaba el escenario más probable para la segunda vuelta.

Todas las encuestas de cara al balotaje daban una victoria segura de Cambiemos. Todas, sin excepción, y por paliza. Diez puntos, ocho puntos, doce puntos. No había con qué darle. Sin embargo, inesperadamente, en ese momento de peligro, sucedió algo inaudito, algo de lo que todxs fuimos protagonistas. Masivamente, rizomáticamente, de forma casi anárquica, miles y miles de personas tomaron el bastón de mariscal y salieron a hacer campaña voto a voto, cuadra a cuadra, cena familiar a cena familiar, puesto de trabajo a puesto de trabajo. Algunxs fueron a las unidades básicas, a los locales cercanos, otrxs ni eso. Salían por su cuenta, en cada esquina en la que doblabas veías alguna intervención. Pintadas callejeras, afiches a mano, volantes caseros, festivales autoconvocados en todas las plazas; no había kirchnerista que no estuviera juntando votos, compartiendo estrategias, incitando a otrxs a hacerlo también.

La mejor expresión de ese proceso fue el grupo de facebook “Resistiendo con aguante”, que en pocas semanas juntó alrededor de medio millón de usuarixs. Era un grupo secreto con la cara de Scioli en la portada, en el que se encontraba unx con anécdotas de cómo se habían revertido votos, estrategias para convencer, materiales para imprimir y difundir. En los comentarios se debatía, se compartía, se alentaba a seguir sumando adhesiones. Incluso aparecían “fake news”, como un supuesto apoyo explícito de Hugo Moyano a Scioli, que era festejado en las redes como el gol a los ingleses. En el peligro, aparecían la esperanza y el entusiasmo de sentirse protagonistas de una gesta épica que, aunque improbable, se sentía al alcance de la mano.



scioli la campaña que hizo el pueblo.jpg



No pretendemos decir que la campaña “espontánea” del balotaje fue lo único que achicó la diferencia con Macri. Scioli también estuvo a la altura de las circunstancias, embarrándose, caminando el conurbano, haciendo un papel digno en el debate presidencial, modificando su discurso moderado y amplista por uno más confrontativo con el modelo neoliberal. Sin embargo, teníamos la sensación de que quien conducía el proceso era el pueblo. El General Perón, en su manual de conducción política advertía que esto podía suceder:
“Los triunfos de Napoleón no se deben sólo a él. Cuando él no pudo, fue su gran ejército el que lo llevó. ¡Cuántas veces dijo que se sentía llevado por su ejército!... El conductor es a veces conducido. Es decir que la conducción tiene ese fenómeno extraordinario, y el conductor es, a veces, conducido por los propios elementos de la conducción, cuando ellos están capacitados”
El pueblo estuvo a la altura, y Scioli se “kirchnerizó” en la recta final. Pero ya no alcanzó. Perdimos por 680.607 votos, una diferencia de 2,68%, y nos quedamos con la sensación de que si nos daban una semanita más lo dábamos vuelta.


Tiempo de siembra

El proceso de movilización y politización no se terminó el día después del balotaje. De hecho, continuó y se intensificó. Las “plazas del pueblo” y la campaña masiva de afiliación al Partido Justicialista al calor del verano 2016 fueron un repliegue a cielo abierto. Una catársis colectiva, una reafirmación identitaria, una convicción firme de que estábamos vivxs, que no había sido magia, y que estábamos dispuestxs a las batallas que vinieran.

El furor militante del verano se consolidó en fuerzas vivas. En 2016 vio un incremento de la participación militante en unidades básicas, sindicatos, cooperadoras escolares, grupos artísticos, espacios feministas, grupos de chats, y otro sinnúmero de formas políticas de activar. Este asunto estaba en nuestras manos, nene; y acusamos recibo. Somos mucho más y mejores militantes que hace un año y medio. El macrismo nos curtió. Nos demostró que no hay nada irreversible más que lo que sembramos en la conciencia de nuestro pueblo, y que tampoco eso se sostiene solito. Hay que organizarlo, ponerle el cuerpo, empujar.

Ahora empieza una etapa nueva. Como dice Damián Selci que dice un responsable de unidad básica en el oeste del conurbano: hay campaña cultural, la que estamos haciendo siempre, y hay campaña electoral, la que hacemos durante unos meses cada dos años. La campaña electoral es el momento de cosecha, hay que cambiar el chip. Menos grieta y más sentido común.


No hace falta Durán Barba

Con las elecciones llegan las campañas. Este año, como todos los años, habrá gente muy seria y muy profesional que diseñe slogans, spots publicitarios, estrategias comunicacionales, hashtags y otras yerbas. Habrá compañerxs dirigentes con grandes responsabilidades, que tendrán que subirse a escenarios, arengar a la militancia, tomar decisiones, ir a la tele a debatir con Vilouta y Fernando Iglesias. Habrá también material de campaña, con las caras de nuestrxs candidatxs y nuestras propuestas; y habrá fundamentalmente compañerxs que se maten de frío en las esquinas repartiendo volantes y tratando de conversar apenas unos minutos con apuradxs transeúntes. Todo eso sucederá y será necesario, pero no será lo definitorio.

Tampoco nos hace falta un gurú comunicacional, ni mucho big data, ni los trolles de Marcos Peña. No nos olvidemos que la grieta es un algoritmo. Las redes nos muestran lo que queremos ver, ocultan lo que nos incomoda. Tu tía gorila no ve las sesudas críticas al endeudamiento en LEBACs que posteás en tu muro, a menos que la etiquetes. Por muchas fotos ridiculizando al gato que compartas en tu instagram, eso tiene cero impacto militante sobre la sociedad. Cero. Que un hashtag de Navarro sea trending topic no nos suma votos en Claypole, Barrio Parque o Viedma. Unx militante que debate sólo con la gente que piensa igual, o parecido, deja de ser militante. Unx militante que sólo puede enojarse y gritarle a quien piensa distinto, que no puede persuadir, seducir, hacer pensar a otrx ciudadanx, le hace flaco favor al proyecto que defiende. ¿Cuántos votos vas a ganar en esta elección? Lxs votantes de Macri no van a “arrepentirse” solxs, hay que ayudarlxs.

Necesitamos volver al balotaje. Necesitamos que cada unx que pueda salga a ponerse la Patria al hombro. Como pueda, como mejor le salga, como ya lo hizo en otros momentos. Lo dijo bien clarito el compañero Máximo Kirchner hace una semana inaugurando una unidad básica del Sindicato de Curtidores:
“No alcanza sólo con Cristina, o con aquellxs que querramos dar la pelea. Alcanza si cada unx de ustedes se involucra y hace esta pelea suya día a día. Necesitamos la participación de la gente, necesitamos la participación de lxs compañerxs. Necesitamos a las mujeres marchando, necesitamos a lxs jóvenes marchando. Necesitamos que vayan casa por casa a explicar lo que sucede.”
No se trata de desmerecer la importancia de la conducción de CFK o su posible candidatura, ni de minimizar el rol de aquello que Perón llamaba los “cuadros intermedios”. Todxs tenemos un papel que jugar. Las organizaciones políticas deberán abrirse a la participación mucho más de lo que han hecho hasta ahora; mucho más de lo que lo hicieron durante el balotaje. Las unidades básicas deberán estar abiertas como mini-comandos de campaña barriales, como cajas de herramientas, como pivotes territoriales de un despliegue permanente que las exceda. Si la básica a la vuelta de tu casa vive cerrada, tenemos que lograr que se abra, y que se mantenga abierta. No hay margen para malgastar o dejar sin usar ningún recurso.


La anti-campaña del miedo

El balotaje del 2015, con todo lo épico que fue, implicaba para el campo nacional y popular una cierta incomodidad discursiva. No era para nada placentero recordarle a nuestrxs vecinxs, amigxs y familiares de los peores momentos de las últimas décadas. “¿Te acordás de los 90s?”, “¿Queremos volver al 2001?” “¿El club del trueque?”. Había que forzar la memoria colectiva porque intuíamos el riesgo de que la oligarquía neoliberal se hiciera del Estado nacional como nunca antes. Y tuvimos razón. Pero un peronista, un kirchnerista, no quiere hablar de los momentos tristes de nuestro pueblo. Queremos hablar de los momentos felices, de las alegrías, de cuando Evita te regalaba la bicicleta, del aguinaldo y el voto femenino, de las vacaciones pagas. Cierto, recordamos los bombardeos, los fusilamientos, lxs compañerxs desaparecidxs; pero queremos hablar de los días más felices; esos que pueden volver.

El macrismo hará campaña del miedo, con el retorno del populismo. Nosotrxs, esta vez, haremos la campaña de la esperanza, de un futuro que puede volver a ser feliz si damos vuelta la taba, si le ponemos un freno al neoliberalismo. Esa es la tarea que nos toca, a todos y todas, en este octubre. Porque, ya aprendimos un 25 de mayo, va a pasar lo que nosotrxs queramos que pase.





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