Friday, June 8, 2018

El pilón amarillo




Hay mucho misterio en tus ojos
y hay mucha chispa aún en tu cerebro loco
¡Pero estás hundido en tu propia herida!

Septiembre 2017, entre las PASO y las Generales, debatíamos entre compañeres en la unidad básica donde milito. Después de la foto inicial que nos dieron las primarias, como pasa en todas las unidades básicas, hacíamos cuentas, sumábamos porcentajes, pensando cómo hacer para juntar unos votitos más de cara a octubre. Charlábamos sobre los piloncitos de boletas que les fiscales cuentan en el cuarto oscuro. Estaba el piloncito de Zamora, entonces pensábamos cómo atraer eses votantes, con un discurso ético sobre la coherencia. Estaba el piloncito de la izquierda troskista, entonces apelar al voto útil. El piloncito de Lustó, significativo, sabíamos que esa gente es opositora, pero tampoco nos quiere.

Nos machacábamos la cabeza, pensando qué piloncito podíamos priorizar en nuestras acciones barriales. Hasta que un compañero, Carlos Pibe, pidió la palabra y preguntó: "¿No será que la respuesta está en el pilón amarillo?". Ese pilón que en los cuartos oscuros de la Ciudad de Buenos Aires arañaba el 50%, que parecía enorme, inconmensurable, inalcanzable. En ese momento concluímos: los votos que nos faltaban no estaban en los míseros piloncitos de las fuerzas menores. El problema era el tamaño del pilón amarillo. 

El problema sigue siendo, hoy en 2018 y de cara al 2019, el pilón amarillo. Ni globertos, ni gorilas, ni globoludos, ni manipulados, ni desclasados. Argentines. Ciudadanes de a pie, que no conforman el núcleo duro antipopular del viva-el-cáncer ni de muerte-a-la-kretina. Los sectores volátiles, blandos, despolitizados, que no están a las 3 de la mañana mirando una sesión del Senado por streaming; que no saben quién es Christine Lagarde ni entienden un chiste sobre las chocoarroz de Dujovne.

Sí, ya se. 37% (UC) + 11% (FR) + 5% (Cumplir) = 53%. Hay buenos motivos para pensar cómo se articulan las distintas oposiciones de cara a lo que se viene. Pero nada de eso será suficiente si no sacudimos el pilón amarillo. La militancia de base kirchnerista, esa que no aparece en ningún análisis político de los que circulan, ni se cuenta en los cálculos de nadie, es la clave para darlo vuelta.


Pescando en pecera ajena

Estamos de algún modo, todes hundides en nuestras propias heridas. El kirchnerismo hundido en su propio éxito. La derrota del kirchnerismo en 2015 de algún modo es la prueba de su verdadero triunfo; salimos del infierno, salimos del purgatorio, recuperamos la patria, y la sociedad nos dio la espalda. Dijo en algún momento un bloguero: la clase media es el hecho maldito del país peronista. 

También están hundides en su propia herida aquelles que votaron a Macri. Las grandes masas trabajadoras y ciudadanas que en el balotaje de 2015 apostaron al "cambio", quizás un poco por hartazgo, quizás un poco por odio, quizás un poco para ver qué onda.  Empresaries PYME que se quejaban de los impuestos, trabajadores sindicalizades que pensaron que no iban a pagar más ganancias. Hay mucho misterio en los ojos de esa gente, mucha chispa en su cerebro loco.

El polemista Artemio López ha escrito que el voto peronista antikirchnerista (expresado en opciones como Massa o Randazzo) difícilmente se entusiasme por una opción que incluya al kirchnerismo, porque su rechazo es duro e ideológico. En cambio:
Los votos que necesita la oposición expresada en Unidad Ciudadana y organizada en torno al liderazgo de Cristina Kirchner para competir con chances en 2019, están entre quienes en 2015 y 2017 optaron por Cambiemos en mucha mayor proporción que entre aquellos electores que acompañaron entonces opciones pan peronistas no kirchneristas cuando no francamente anti kirchneristas.
Yo no soy consultor ni encuestador así que no puedo opinar sobre la veracidad o falsedad del argumento. Ni tampoco descartaría los famosos "votos peronistas" que supuestamente perdimos. Lo interesante de la idea de Artemio es poner la lupa sobre los amplios sectores de la población que no piensan en política todo el día. La militancia puede llegar a esos recovecos de la sociedad con acciones barriales, pintadas, afichadas, performances, volanteadas, juntadas de firmas, reivindicaciones gremiales. Porque sabemos que las redes sociales tienen sus limitaciones (la grieta es un algoritmo), y que los medios de comunicación patean en contra.

Sigamos con la patria consultora. Un reciente estudio de Ricardo Rouvier se encarga del arrepentimiento electoral. Quienes votaron a Macri en el balotaje en 2015 y ahora se quieren matar. ¿Cuántos son? Es el 31%, casi un tercio, un montonazo. En su mayoría jóvenes y con menor nivel de escolarización. Lo votaron ayer pero hoy no lo volverían a votar. Hay otro 18% que duda, que no sabe si repetiría, y otro 51% lo volvería a hacer. Si hacemos el cálculo por el general de la sociedad nos da un voto afirmativo del 25% (lo que sacó en las PASO de 2015), y un voto proyectado, suponiendo que quienes dudan se dividen miti-miti, de 34% (lo que sacó en las Generales de 2015). El pilón amarillo está en movimiento, y hay que abrirles los brazos a quienes estén pensando en cambiarse de pilón.


Sus razones tendrán

El filósofo Baruch Spinoza allá por Holanda en el Siglo XVII ya decía: non ridere, non lugere, neque detestari, sed intelligere. Las acciones humanas no deben ser burladas, ni denostadas ni detestadas sino comprendidas. Quien votó a Macri debe ser comprendido, en las dos acepciones de la palabra. Comprendido en tanto que debemos hacer el esfuerzo intelectual por entender los motivos que le llevaron a creer en el macrismo; y también comprendido en tanto el esfuerzo militante de tener empatía. No burlarle, ni denostarle, ni detestarle. "Yo te entiendo che, creíste en el cambio".

En aquel mítico Comodoro Py de abril de 2016, cuando Cristina habló ante todes nosotres que fuimos en caravana a verla y sobre todo escucharla, en un momento nos retó. Cantaba la gente contra Diego Bossio, pero CFK frenó en seco: "Así no van a convencer a nadie". Por supuesto no se refería a que teníamos que convencer a Bossio. Insultando, me parece que nos quiso sugerir, no vamos a convencer a la gente que tenemos que convencer. A la gente que nos falta convencer. Por eso, aflojemos con los insultos y pensemos cómo se hace para convencer.

Vieron que Cristina enfoca bien siempre sus cañones. Nunca contra les votantes, nunca contra la ciudadanía, nunca contra la gente. Les desafío que encuentren UN gesto u ademán de Cristina contra quienes votan amarillo. Enemigos de la patria y del pueblo son Macri, Magnetto, Mindlin, los Caputos, la Sociedad Rural y Ladrónima. Nunca el pueblo es enemigo de sí mismo, incluso si se equivoca, o si ni aparece.

Dice Cristina en el Senado, el gobierno miente descaradamente porque cuenta con impunidad mediática. Dicho así, todo bien. Pero cuando empezamos a hablar de manipulación, de engaño, de que la gente compra globitos de colores, que le llenan la cabeza de mierda con la Intratable TV Führer, ahí caemos como el culo. A nadie le gusta que le digan idiota. Si a mí viene alguien y me dice que me están manipulando, y que no la veo porque soy un desclasado, un ignorante o simplemente un boludo... no se si me cae muy bien que digamos. Mucho menos me predispone para que me digán qué votar el año que viene. Distinto es hablar de estafa electoral, como lo hace Unidad Ciudadana. La sociedad votó por una cosa, el gobierno te caga y en vez de darte esa cosa te saca otras.

Separemos paja de trigo: hay un núcleo duro de apoyo macrista que no vamos a poder conmover; y sinceramente tampoco necesitamos hacerlo. Quienes odian, quienes gozan con el sufrimiento ajeno, quienes piden sangre kirchnerista; no son de nuestro interés. Podemos ganar sin sus votos. Pero el pilón amarillo tiene bastante más que eso. Tiene una gran parte que le entró el optimismo del sí se puede, que le sedujo la idea del cambio en 2015, y en 2017 le dio un changüí al Mauricio a ver si encaminaba la cosa. Esa gente que ya no puede pagar los tarifazos, que vio como a sus abueles les bajaban la jubilación, que escucha "FMI" y tiembla, que teme perder el laburo porque hay rumores de telegramas que vienen. Esa parte del pilón tiene que ser nuestra.

Se suele decir que el kirchnerismo tiene que "volver a enamorar". Pero el amor, bien sabemos, es un proceso mutuo, de ida y vuelta. No alcanza con amar a Cristina, a Perón, o amar un proyecto de país. La militancia debe amar a su patria, y como enseña el peronismo, en esta patria lo mejor que tenemos es el pueblo. Debemos enamorarnos de nuestra gente, incluso de la que no nos vota; especialmente la que no nos vota. Porque el amor con amor se paga. 


Se mueve el avispero

Luego del veto presidencial a la ley de #TarifasJustas, circuló por whatsapp una convocatoria a cacerolear a las 20hs del jueves 31. Si hay veto hay cacerolazo, algo así. ¿Sucedería? ¿Volveríamos a tener una manifestación espontánea tan bella e inesperada como la de la noche del 18 de diciembre de 2017? ¿Estaba la sociedad al borde de la explosión? ¿Se venía el estallido?

No sucedió. Hubo alguito de protesta en algunas esquinas emblemáticas de la ciudad, pero casi insignificante. Quizás fue la lluvia, quizás porque junio no es diciembre, quizás porque no es lo mismo protestar la sanción de una ley mala del gobierno que protestar a favor de una ley buena de la oposición. El hecho es que no sucedió.

Ahí aparece la bronca, el malestar. El pueblo manso, qué le pasa a la gente que no se despierta, que la historia se repite. Podemos insultar, enojarnos, despotricar, burlarnos, denostar, detestar. Quizás un rato nos hace falta. Pero después, cuando se nos pasa, hay que volver a pensar y a actuar. Porque aunque no se note, se está sacudiendo el avispero.

Por momentos es imperceptible, pero si mirás atentamente vas a ver que tu tía ya no defiende a Vidal, que en la cola del supermercado se habla más de las tarifas que de Nisman, que hay bronca, cansancio, preocupación. Cuando explicás por qué pasa lo que pasa en un cumpleaños familiar, te escuchan un poco más; a veces te encontrás ganando una discusión sobre economía que ni siquiera empezaste vos. Ya no sos el goma que quiere hablar de política todo el tiempo; ahora te preguntan qué pensás. Son síntomas de un cambio de etapa, y hay que aprovecharlos.

Por el lado de la militancia organizada, 2018 viene muy muy intenso. Hay posibilidades de acción política por todos lados, quizás como nunca antes. Cada barrio, cada sector, cada manzana tiene algún quilombo donde se puede dar una mano. A medida que se despliega el ajuste y el gobierno pierde apoyo social, florecen mil oportunidades de militancia. Los conflictos abundan. En las reuniones militantes se multiplican las ideas y las propuestas. Lo que pasa, sinceramente, es que no nos dan los brazos. No somos suficientes para la enorme tarea por delante. No podemos hacer más, tenemos que ser más. 

Si estás leyendo esto, sos kirchnerista y no militás activamente, se te acabó el tiempo de descuento. Es ahora o ahora. Te necesitamos porque la podemos dar vuelta, y la llave la tenés vos. Sos vos. Vení como puedas, como te salga, aportá lo poquito que te dé, pero aportalo. Quizás es una pavada, una horita por semana, un ratito los findes, alguna tareita específica. Pero te necesitamos cumpa, y no hay tutía. Estamos dando grandes batallas por el sentido común: la legalización del aborto, el tarifazo, el descalabro del dólar, el acuerdo con el FMI. Campos fértiles para comer del pilón amarillo. Luche en el 2018 que el 2019 será suyo.


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