Monday, April 17, 2017

Por un kirchnerismo sin grieta





"...del otro lado del muro
vio su cara frente a él.
Sos vos, la grieta y vos.
También la grieta sos vos."
- Skay


Nos encanta la grieta; qué bien que nos sienta. "Vos tenés a Baby Echecopar, yo tengo a Dolina". Nos queda cómoda; a nosotrxs y a "ellxs". Explica escenas de clase media: las cenas familiares, los celos de oficina, el forobardo en redes sociales. Pero la grieta es una trampa en la que caímos hace varios años, y con ella perdimos las elecciones. Más aún, hoy es una de las principales herramientas que pretende usar el macrismo para enfrentarnos en octubre. Es hora de que la militancia política kirchnerista abandone la grieta y raje de ahí. Para ganar este año, tenemos que jugar otros partidos, que no nos distraigan. Vamos por partes.


Qué era la grieta

La grieta es el nombre que le puso Jorge Lanata al recibir su Martín Fierro en 2013 a algo que llamó una "diferencia irreconciliable en la Argentina". Una división en el seno de nuestra sociedad, patéticamente identificada ese mismo 2013 por los spot "ARGEN y TINA" de Stolbizer y Alfonsín. Para el conglomerado mediático-cultural que empuja esta mirada de la actualidad, el gobierno kirchnerista sembró, a través de mentiras y relato, una escisión ficticia entre compatriotas. Se generó daño, cizaña, odio. Entonces, si la sociedad está dividida, la tarea debe ser, unir a lxs argentinxs. Macri se presentaba en campaña cerrando el círculo abierto por Lanata dos años antes.

Más seriamente podríamos decir que la operación semántica de construir "la grieta" se asienta sobre las raíces profundas del antiperonismo como odio de clase en la sociedad. Un rechazo al trastocamiento de esas jerarquías sociales que se esconden detrás de los mitos fundantes de la Argentina blanca ("todxs somos hijxs de inmigrantes", "nadie nos regaló nada", "yo me rompo el lomo y pago mis impuestos", etc.). El kirchnerismo redistribuyó para abajo, quiso joder con la renta agraria, sostuvo a los sindicatos, articuló con piqueteros, se metió con Clarín, impidió la entrada de productos importados, no te dejó comprar dólares. Eso no se hace sin pagar costos sociales y culturales en los estratos medios, por mucho que hayas mejorado sus niveles de vida.

Durante doce años gobernamos batallando: escogiendo campos de disputa, nombrando adversarios. Magnetto, la Sociedad Rural, la Corte Suprema, Stiuso, los fondos buitres. Todos factores de poder intensísimos que no van a elecciones, que no forman parte de "la sociedad" de la misma forma que usted o yo. Son ajenos al destino de la patria; siempre caen parados. 

Como contragolpe llegó la grieta. Fue la operación discursiva con la que respondió la oligarquía cuando la empezamos a desnudar. Su argumento fue que confrontábamos al pedo; que un viejito que quería comprar 100 dólares era demonizado por 678. Que está mal ser una vieja concheta de Barrio Parque, querer vacacionar en Disney, ver a Mirtha Legrand o hacerle un juicio a la ANSES porque cobrás dos mangos de jubilación. Que el problema no es Lanata, sino sus televidentes. Que el problema no es Carrió, sino sus votantes. Una operación magistral, que compramos acríticamente, porque, vamos, ¿quién no quiere bardear a las conchetas de Barrio Parque? 


El macrismo agazapado vuelve sobre sí mismo 

Cambiemos ganó las elecciones en 2015 prometiendo durazno sin pelusa. Crecimiento económico sin inflación; pleno empleo con apertura de importaciones; mayor gasto público con menos impuestos; fútbol para todos y todas pero autofinanciado; y una larga lista de etcéteras. Todas las fricciones, tensiones y conflictos que "aguantaban" el modelo kirchnerista eran innecesarias, y podíamos vivir mejor sin perder nada. Eso era mentira, y los resultados están a la vista. 

Hace un año, la revista crisis decía en un editorial que el macrismo sería orden o progreso. A abril de 2017, ya hay consenso entre el mundo del análisis político -de Morales Solá a Verbitsky- que el oficialismo ha determinado avanzar en una escalada represiva articulada con la demonización de todo conflicto como kirchnerismo residual. Así, los derechos humanos, lxs docentes, el feminismo, el movimiento obrero, los grupos piqueteros, todo todo todo es kirchnerismo. Y hay que aplicarle protocolo. Que la lucha de clases diga si es kirchnerista. 

¿Alcanza un discurso del orden y la demonización para aplacar una sociedad desbordada de conflictos sociales y económicos? No hay pelusa ni durazno, solo palo y bala. A Patricia Bullrich no le fascina este viraje estratégico, pero está dispuesta a hacer su parte 

Entonces, si todo el conflicto, si toda chispa de rebeldía, de resistencia, de movilización, de dignidad; si todo será endilgado al kirchnerismo... ¿qué hacemos lxs kirchneristas? Las advertencias de Kicillof en radio (acá desde el minuto 57), planteando que lo que hay que plesbicitar es el modelo macrista, no a Cristina, deben ser tomadas para la reflexión. 


Cómo es eso del populismo 

La fórmula populista por antonomasia en la historia argentina es "BRADEN O PERÓN". En las elecciones presidenciales de 1946, las manifestaciones públicas del embajador de Estados Unidos en la Argentina llevaron a una inteligente campaña por parte del campo peronista. De un lado, la nación argentina, del otro, la Embajada. Ese edificio blindado y gris, que se encuentra en territorio patrio, pero donde flamea otra bandera. 

Construir (contra) hegemonía política es construir un pueblo. Es ponerle nombre a aquello que representa a toda la sociedad frente a intereses foráneos, minúsculos, ajenos. El enemigo está fuera de la sociedad, no dentro de ella. La disputa es por los límites de la sociedad misma. No es lo mismo decir que el adversario es Magnetto que decir que son todxs lxs lectores de Clarín. Repetimos: no es lo mismo. 

Dice Zizek, interpretando la teoría populista de Laclau: 
La lucha de clases por la hegemonía es en última instancia la lucha por el significado de la sociedad "como tal", la lucha por cuál de las dos clases se impondrá como la representante de la sociedad "como tal", degradando así a su otro en la posición de lo no-social (la destrucción, la amenaza para la sociedad). 
En España, cuando Podemos se lanza a la competencia política, lo hace con un concepto: "la casta". Existe una casta, una clase política, cuyos intereses están alejados del 99% de lxs españolxs. Viven para reproducirse a sí mismxs, mediante la corrupción, las estructuras partidarias cerradas, la alianza con la Troika y las grandes multinacionales. De un lado la casta, del otro el pueblo español. Es por eso que fue tan complejo el debate interno podemita sobre si Izquierda Unida (ex-Partido Comunista) era casta o no era casta; debate que enfrentó a Iglesias y Errejón hasta Vistalegre 2, donde la figura de Pablo triunfó.  

Para clarificar, toda idea de pueblo debe cerrarse sobre sí misma. Magnetto y Macri no son pueblo. Pero a la vez debe ser suficientemente abierta como para permitir que la totalidad de la población pueda sentirse englobada en ella; incluso si grandes fracciones decidan no hacerlo, y apostar su suerte sustentando a la oligarquía. 

La grieta nos daña, nos ensimisma, nos aisla. Refuerza una identidad pre-constituída, cultural ("yo escucho a Dolina"), militante, ideológica. No se anima a expandirse, y sobretodo, ahuyenta a lxs recién llegadxs, y a lxs no politizadxs.


Una nueva mayoría 

Algo de estos temas, sabemos, Cristina entiende. Es por eso que en numerosas intervenciones públicas, ha reiterado exhortaciones a ampliar nuestro mensaje, a abrirnos-no a las dirigencias políticas-sino a la sociedad. 

Su primer discurso público fuera del gobierno, recordemos, fue el 13 de abril  de 2016 frente a Comodoro Py. Allí, habló largamente sobre la libertad, tema poco afecto a la militancia nacional-popular clásica, que escucha liberal y piensa en Revolución Libertadora. Llamó a conformar un frente ciudadano que exigiera al Congreso que represente a los intereses del pueblo. Mandó a la militancia a debatir con trabajadores, empresarixs, científicxs, sanitaristas, docentes, con todos los sectores que pudieran imaginarse. Y, famosamente, lanzó una interpelación: "¿están mejor o peor que en diciembre de 2015?". Simple, sencillo, abierto. No había que bardear a Bossio ("así no van a convencer a nadie"), había que preocuparse por la gente, no por las dirigencias. 

Meses después, dio una conferencia en la sede de ATE Capital, en una de sus intervenciones más ricas en lo conceptual. En un largo tramo, hizo referencia a "la grieta", pero casualmente (o causalmente) no utilizó ese nombre, sino que la reemplazó por la palabra "brecha". Reproducimos algunos párrafos: 
Quería detenerme en el tema de que durante mucho tiempo se trabajó en el lenguaje y en la subjetividad de los argentinos diciendo que nosotros, especialmente a quien le tocaba ser Presidenta de la Nación, habíamos creado una brecha en la Argentina, la famosa brecha, la división de los argentinos.  
La brecha consistía básicamente en exponer los pensamientos, la idea, el proyecto de país en el que uno piensa, en el modelo de sociedad que uno quiere: una sociedad igualitaria, equitativa, solidaria, en donde no solamente nos ocupemos de nuestras cosas sino también de los demás… y se puso en la cabeza de muchos argentinos que la brecha era eso: que se pensara diferente, que se discutiera y se debatiera, esto era la brecha, vos no eras kirchnerista, eras antikirchnerista, no eras peronista, eras antiperonista, la brecha era esa.  
Yo creo que la brecha es lo que vimos en la Plaza de Mayo, es cuando hay argentinos que no pueden comer y otros que tienen para hacer lo que se les cante, esa es la brecha.  
¿Sabes por qué? Porque en la otra brecha vos podés debatir, discutir, estás, pero en esta brecha los que están del lado del hambre, del salario que no llega a fin de mes, del comercio que tuvo que cerrar porque se fundió, de la PyME que no sabe qué hacer para pagar el sueldo a los empleados y está a punto de cerrar o echar trabajadores, de los científicos que ya no pueden tener los sueldos que tenían o el sueldo no les rinde porque no llegan a fin de mes y ya no pueden dedicarse full time como lo hacían antes a sus investigaciones…  
La verdadera brecha del país es la división de los argentinos a partir de que no se pueda acceder a los bienes, a los servicios, al derecho a ser feliz. Me parece que esa es la brecha y que se está planteando desde el propio gobierno cuando se plantean recortes salariales, tarifazos, no reapertura de paritarias. Deberíamos comenzar a decir que la brecha es eso: la división entre los grupos de argentinos cada vez más reducidos que pueden darse todos los gustos y hacer lo que se les antoje y el resto de los argentinos, que tuvieron que vender el auto, que no pueden terminar de pagar la casa, que no van a poder llevar a sus hijos a la universidad, o que tuvieron que ir a la Plaza de Mayo a buscar verdura... 
Llegando al final, justo cuando se corta la transmisión, Cristina habla de la unidad del campo popular. Y da una definición contundente: "la unidad no se va a dar por la ideología, se va a dar por el lado más concreto de los intereses agredidos." Habla CFK de una unidad defensiva del campo popular, una unidad no ideológica ni programática, la unidad de un pueblo que se encuentra en la trinchera defendiendo derechos contra quienes quieren socavarlos. La grieta, bien gracias.


Gobiernan para los ricos 

Los tiempos históricos siempre ofrecen oportunidades, para quien sabe donde buscar. CFK nos ha exhortado a construir nuevas representaciones, dar nuevos debates, construir nuevas mayorías. En lo que refiere al campo de la política, eso significa nuevas palabras. Un emergente de la etapa para explorar y explotar: el gobierno de los ricos. No el gobierno de las clases medias, del cipayaje y la tilinguería; no es el gobierno de los gorilas ni de las cacerolas de teflón. No, es un gobierno de gente que jamás vio el programa de Lanata, que piensa que Clarín es un pasquín para la gilada, que no lee diarios porque recibe informes exclusivos de las consultoras. El gobierno del 1% de la población, de los CEOs de las grandes empresas, de los tipos que en su vida compraron un sachet de leche por sí solos, esos de las cuentas en Panamá, los jets privados, los fondos de inversión. Los Bullrich, los Stanley, los Aranguren, los Blanco Villegas, los Massot, los Braun, los Macri. Los ricos, esos que no piden permiso. Machaquemos ahí.







Monday, February 13, 2017

Volver al futuro






































1. Desde Heráclito y Parménides hasta la refutación del regreso de Dolina, sabemos bien que nunca se vuelve. Veamos el tango: quien vuelve al pasado, vuelve con la frente marchita... ahora que estoy frente a tí, parecemos ya ves dos extraños... al verla allí rajé pa'no pensar.

2. En 1973, Perón volvió, pero volvió, si se quiere, al futuro. No volvió a aquello "de la casa al trabajo, del trabajo a la casa", al Estado de Bienestar obrero, a la Fundación Eva Perón. Volvió a nuestros intensos setentas, herederos de Manal, el Cordobazo, los Beatles, Vandor y la televisión por aire. Todo eso "representaba" el último Perón.

3. Más cerca, también volvió Bachelet en Chile. Volvió luego del gobierno neoliberal de Piñera, cuyo único éxito fue rescatar a los 33 mineros. Ahora bien, la "nueva" Bachelet llegó al gobierno con la promesa de universidad gratuita, reforma constitucional, y con Camila Vallejos. No era lo mismo que cuando se fue. Y tampoco le fue tan bien, que parece que vuelve Piñera. ¿Y qué significará que vuelva Lula?

4. Entonces Argentina hoy, y nuestro mantra de "vamos a volver". A vuelo de pájaro, nos animamos a decir que el kirchnerismo 2017 sólo parece poder ofrecer una restauración conservadora del orden progresista. Que vuelvan el mercado interno, las políticas de DDHH, los Repro, la paritaria nacional docente, ganarle con el sueldo a la inflación, los feriados puente y el fútbol para todos. ¿Que vuelvan Berni y Milani? ¿Que vuelva el cepo? ¿Que vuelva 678? ¿Que parte de todo tiene que volver? ¿O que vuelva todo?

5. ¿Cómo se vuelve al futuro? ¿Cómo se construyen nuevas mayorías? ¿Qué quiere decir ser mejores?

6.  En 1972, la palabra "Perón" era la negación de un régimen militar desbordado por una sociedad en ebullición. Entonces, Perón era también ese desborde, ese cuestionamiento del orden, a la vez que una promesa de otro orden --como se encargaría de decir Esteban Righi ante la policía durante la primavera camporista.

7. Laclau llama a eso significantes tendencialmente vacíos. Palabras y signos que devienen hegemónicos y construyen un pueblo. Porque los pueblos no existen. Relampaguean (como en el 2001) o se construyen (como en 1973). Todo pueblo es un acontecimiento único, irrepetible.

8. Cristina es hoy oportunidad de pueblo, no pueblo aún. El sendero de la hegemonía requiere el vacío tendencial de su figura. No puede ser únicamente el kirchnerismo y la custodia simbólica de una década ganada. Eso tiene que estar, pero tiene que llenarse de algo más. Y hay que hacer lugar.


Monday, December 5, 2016

Fe y mito en el peronismo




En el peronismo hay fe o hay mito. Son dos formas de creer, pero bien distintas.

Quien cree en un mito no duda, tiene certezas. Sabe, y por eso se siente más cómodo. El mito es dogma, y como todo dogma requiere para sostenerse un poder de policía simbólica (y no tanto), que en nuestro movimiento nacional conocemos como el macartismo.

Lxs que fuimos llegando al peronismo al calor del gobierno de Néstor y de Cristina, incorporamos como parte de nuestra "formación" política, algunas otras verdades peronistas, además de las veinte de siempre. Mitos ineludibles, contundentes, picarones.

Un mito peronista es un dato de la realidad (que es la única verdad). Es una máxima incólumne que no puede ser refutada, y que su sola alocución mata cualquier argumento. Esgrima un mito peronista si quiere chicanear con altura. El principal de ellos... el peronismo como verdad permanente de la historia argentina. Luego vienen los corolarios: la unidad del movimiento, la columna vertebral, el pueblo peronista, no hay manera de perder si vamos todos juntos, siempre estamos volviendo, los mariscales de la derrota, el que gana conduce el que pierde acompaña, etc. etc. etc.

Curiosamente, ninguno de estos mitos que conforman una serie de creencias de orden dogmático religioso, fueron formulados por el General Perón, referente máximo de la infalibilidad peronista. ¿De dónde vienen? ¿Por qué creemos en ellos? ¿Qué certezas nos confiere un peronismo que "unido" nos trajo a Menem y a Cavallo?

Lxs jóvenes trabajadorxs que marchaban pidiendo la libertad de Perón en Octubre de 1945 no tenían ningún mito en que creer. Lxs pibxs que metían caños en el 56 tampoco. La juventud que fue a buscar a Perón a Ezeiza (las dos veces), saltó al vacío movida por una esperanza. No había garantías ni seguros.

Tengo la sensación de que muchxs de nosotrxs llegamos al peronismo movidos por una fe, pero terminamos comprando mitos. Porque son más cómodos, más sencillos. La hoja de ruta está marcada, y el futuro es cierto. Y también, hay que decirlo, porque las burocracias del movimiento venden mitos a diestra y siniestra. Te compran barato y te venden mito.

Habrá quienes en esta etapa asumirán como propia y reproducirán la cómoda mitología del peronismo, y habrá quienes seguiremos saltando al abismo del compromiso político movidos por una fe que no transmite certezas.

Bien lo dice Silvio: el que tenga una canción tendrá tormentas, el que tenga compañía soledad, el que siga buen camino tendrá sillas, peligrosas que lo inviten a parar. Pero vale la canción buena tormenta, y la compañía vale soledad. Siempre vale la agonía de la prisa, aunque se llene de sillas la verdad.





Thursday, December 1, 2016

El PT y nosotrxs



Hace un tiempito traduje de onda para un compañero un texto de Valter Pomar, militante de la "izquierda del PT", para presentar en un Congreso del Partido a realizarse en octubre 2016 (donde su posición fracasó). El documento se publicó en la revista Tesis 11, y se puede encontrar completo acá.

Trasladar los debates brasileros hacia dentro del PT en clave partido político de izquierda a la discusión actual hacia dentro del peronismo/kirchnerismo en clave movimiento nacional-popular supone múltiples dificultades. Pero obviémoslas y veamos si de algo nos sirve.

Luego de manifestar su profunda crítica a la dirección del Partido, y sosteniendo que si el PT no cambia de política, está destinado al fracaso total; Pomar dedica algunos párrafos a los sectores que critican al PT "por izquierda" con intenciones rupturistas, trazando un paralelismo con la derrota popular de la izquierda brasilera pos-1964:

Todavía existe espacio para disputar y cambiar [dentro del PT]. Es un espacio que sabemos pequeño; y que depende en gran medida de que el Partido convoca a su militancia para un proceso democrático de debate, balance y formulación de políticas alternativas. Convocatoria y proceso que tendrá que ser hecho bajo el brutal ataque enemigo y que puede, al fin y al cabo, no tener éxito. No obstante, aunque disputar y cambiar sea una alternativa con pequeñas chances de éxito, las otras alternativas realmente existentes...nos llevarán a recorrer un camino similar a lo que ocurrió con la izquierda brasilera durante los primeros diez años después del golpe militar de 1964: la dispersión entre diversos grupos que tenían en común, fundamentalmente, la crítica a la línea y a los errores del PCB.

¿Qué sucederá si el PT no fuera capaz de construir una nueva estrategia? Millones de trabajadores y trabajadores que alguna vez votaron, confiaron e inclusive militaron en el petismo se dividirán. Una minoría seguirá en otros partidos y movimientos de izquierda. Una parte adoptará posiciones conservadoras. La amplia mayoría se apartará de la política activa por mucho tiempo.

En este escenario, el debilitamiento del petismo no sería acompañado del fortalecimiento de otra hegemonía de izquierda. En el futuro, con al menos una generación de intervalo, esto podría/podrá suceder. Pero de inmediato, el debilitamiento del petismo tendría/tendrá como resultado el fortalecimiento de la derecha. Y eventuales sectores de izquierda que consiguiesen/consiguieran crecer absorbiendo el ex-petismo, lo harían en un contexto de debilitamiento de la izquierda como un todo.

Es por esto, no sólo para derrotar a la derecha ahora, sino también para evitar que se “pierda una generación” (como sucedió en 1964), es necesario que el PT cambie de estrategia.


Pomar y el sector que representa (Articulación de Izquierda) le pide al PT que se radicalice, que asuma un papel de enfrentamiento al modelo neoliberal en las calles, y que abra un proceso de debate interno dentro del Partido. Por ejemplo en esta nota de estos días, explica por qué hay que defender e impulsar a Lula como candidato al Planalto pero NO hacerlo Presidente del PT.

Trasladando a nuestros pagos, es raro que casi ningún sector político que formaba parte del gobierno hasta diciembre de 2015 llama a la radicalización del kirchnerismo o de CFK. ¿No hace falta eso? ¿No faltó más kirchnerismo? ¿O sobró kirchnerismo? Este 2016, son más comunes los llamados a la unidad del movimiento nacional o a la superación de la experiencia kirchnerista por un "retorno" al peronismo.

¿Es posible una unidad sectorial y dirigencial que se construya únicamente sobre la coincidencia en las críticas a la política de Cristina Fernández de Kirchner en su último mandato? ¿"Romper" con el kirchnerismo fortalece las posturas nacional-populares o las debilita? ¿O fortalece las posiciones neoliberales?

El proyecto epocal del kirchnerismo, creemos, sigue vivo en "la gente más que en los dirigentes", como suele decir el Chivo Rossi, Pero, si las dirigencias fallan, ¿el pueblo irá adelante con la cabeza de los dirigentes? ¿O se vuelve a su casa? ¿O se "repliega"? La desmoralización, la pérdida de esperanza y el abandono de la política y la militancia son posibilidades reales si dejamos que se desintegre el kirchnerismo. Por supuesto, eventualmente "volverá" el peronismo, pero habríamos "perdido una generación". Estamos a tiempo de evitarlo, y Cristina lo sabe.







Sunday, April 6, 2014

David Moreira

La ola de linchamientos, procesada y mediatizada hasta el hartazgo, revela y se planta sobre la estructura de clases de nuestra sociedad y nuestro imaginario sobre ella. No todos somos David Moreira. No todos somos un pibe pobre de visera en una barriada de Rosario. No todos somos linchados, ni apretados por la cana, ni catalogados por nuestro color de piel o la zona de nuestro domicilio. No todos somos Luciano Arruga; no todos somos Kevin Molina; no todos somos Julio Lopez.

Trayvon Martin fue un pibito negro de 17 años asesinado por un "vigilante" armado en un barrio privado en la Florida en el año 2012. Las ley "Stand your ground" que rige en ese Estado permite que cualquier ciudadano "de a pie" se defienda a sí mismo utilizando fuerza letal, incluso si pudiera huir o evitar el riesgo que le significa otra persona. Parece que a Trayvon se le zarpaba la "portación de cara", y su asesino, George Zimmerman, luego de meses de juicio y a pesar de una importante conmoción nacional, salió libre. El pibito Trayvon, ni chorro era. La ligó por negro y por pobre nomás. Como Kevin, como Luciano... como David.

Ya los yanquis lograron regular y legalizar estas nuevas modalidades de violencia racista y clasista--decirle "justicia por mano propia" es un insulto. Sin duda, siempre existieron, pero hoy se potencian con la construcción social y sobretodo mediática de la "inseguridad". En Tigre ya tomaron nota; leen las encuestas y no son boludos. No sería descabellado que suspendan esa gilada de juntar firmas para redoblar la apuesta con una batería de propuestas legales para aumentar penas y proteger a aquellos que "defienden viejitas de que las roben".

"Linche y vuelven" leí por ahí. Quizás linchan porque saben que vuelven, porque huele a mano dura lo que se viene, mires por donde mires.

Al calor del neoliberalismo, y también durante nuestra década ganada, se ha caldeado una nueva regulación de la violencia social en las clases populares, y entre estas y las instituciones del Estado. El laburo que hicieron Javier Auyero y María Fernanda Berti es una zarpada inmersión en todo eso. Hablar de la "ruptura del pacto social" es una gansada liberal. Todos estos penalistas y giles de traje que en su vida pisaron un barrio y ahora dan cátedra de progresismo. ¿Quién ha visto un pacto social? ¿Dónde fue que firmé que no me acuerdo? ¡Déjenme de joder!

Nos costó (y nos cuesta) armar una línea política nacional-popular para discutir con y contra el sentido común de la clase media que parece que nos gana. Incluso el aparato comunicacional de Gvirtz derrapó por momentos y tuvo momentos punitivistas. Duro de Domar se tornó inmirable cuando fue Gerardo Romano. Casi que había consenso de "aumentar penas" y "terminar con la puerta giratoria". 

La Presidenta osa insistir: "la violencia se combate con inclusión". En esta no baja las banderas ni renuncia a sus convicciones (para Pagni que la mira por tevé). Hay que escucharla a ella. El programa "Recuperar Inclusión" se parece bastante al camino a seguir en términos de dar respuestas integrales a las nuevas formas de violencia social que viven los sectores populares. De cualquier modo, se sintió como una respuesta insuficiente. Hay que jugar más fuerte. No queda mucho tiempo, y los linchadores ya tienen sus candidatos. Son casi todos.


Monday, January 20, 2014

Juguemos en el bosque



1. La política tiene, sobretodo en su fase neoliberal, una dimensión corporativa.

2. El cristinismo y su dinámica de Unidos y Organizados significó, anque tibiamente, cierto desafío para la corporación política.

3. Los sectores políticos peronistas que se quejaban de su exclusión del armado kirchnerista demandaban integran de alguna forma, esa corporación política.

4. Esos tipos tienen votos propios. Son votos construidos al calor del kirchnerismo que rápidamente pueden conventirse en votos opositores. Véase el caso de Giustozzi, por ejemplo.

5. La política sin Cristina se normaliza. La "grieta" se cierra.

6. Al final son todos amigos. Lo de "Argen" y "Tina" era para la clase dirigente un mal necesario, un exceso discursivo de la época, al que había que adaptarse. Pero que se va, se va, y se fue. ¿Se fue?

7. Por mucho que sea bastardeado por propios y ajenos, quizás debamos con el tiempo reconocer cierta validez de la tesis de Ricardo Forster sobre la "anomalía" que significó el kirchnerismo en la política argentina.

8. El poskirchnerismo, ¿será normal?

9. En esta vuelta, sólo Cristina salvará a Cristina. Que vuelva pronto.


Friday, January 10, 2014

Lecturas veraniegas

http://www.eldiaonline.com/wp-content/uploads/2013/09/hebe-de-bonafini.jpg

Dice Marx en el 18 Brumario:

"[En las revoluciones burguesas] la resurrección de los muertos servía para enaltecer las nuevas batallas y no para caricaturizar las antiguas, servía para agigantar en la imaginación la misión proyectada y no para postergar la realidad de su cumplimiento, para hallar otra vez el espíritu revolucionario y no para pasear nuevamente ese fantasma...

La revolución social del siglo XIX no puede sacar su lírica del pasado, sino únicamente del futuro. No puede iniciar su tarea auténtica sino antes de deshacerse de toda adoración supersticiosa del pasado. Las revoluciones previas  necesitaban remontarse a los recuerdos de la historia universal para pasmarse con su propio contenido. La revolución del siglo XIX debe permitir que los muertos entierren a sus muertos, para concientizarse de su propio contenido. Allí, la frase desborda el contenido; aquí el contenido desborda la frase".

Los fantasmas del pasado nos convocan, siempre nos convocan. Hay muertos que aún, creemos, no estamos listos para enterrar, y ellos aún no han enterrado los suyos. Esos fantasmas nos interpelan, nos cuestionan, nos sacuden, nos encaran en una esquina con cara de no seas pelotudo y madurá. En otras palabras, disentimos con Carlitos en esta. Y sin embargo...

¿No hay una sensación de que nos falta horizonte político? La felicidad del pueblo y la grandeza de la patria es nuestro sur, pero como siempre, eso hay que llenarlo de contenido, o queda flotando en la nebulosa de las consignas vacías.

¿Es posible entusiasmarse con el futuro? ¿O ya nos sentimos de salida? ¿Tan rápido se evapora el triunfalismo del vamos por todo? ¿Ya tiramos la toalla?

Para seguir, creo, habrá que (re)construir una lírica del futuro y una intensidad del presente que no llegará desde ninguna usina comunicacional. Ni desde un blog. Vamoaporello.